M. Silvio Goren*
El
investigador
debe valerse de los datos que brinda el material de estudio, para
ubicar determinada obra en el tiempo y medio de su creación.
Conservadores
y Restauradores
tienen la obligación de procurar la preservación de la materia y
también de todos los signos posibles, para permitir que las
investigaciones puedan llevarse a cabo sin falseamientos ni
complicaciones; tanto sea para rescatar todo valor
histórico-documental factible, como para permitir la admiración
estética de una pieza.
Pero
a pesar de la enorme difusión que han tenido las consignas de la
Conservación, cantidad de restauradores siguen ignorando esas pautas
y continúan interviniendo “profundamente”, como si “haciendo
mucho se hiciera mejor”. Por qué?
Una
respuesta es que a los restauradores -que somos fundamentalmente
artesanos- nos cuesta cambiar nuestros sistemas de trabajo. No se
puede olvidar que los Maestros que nos dieron instrucción, enseñaron
que para hacer una buena tarea era necesario que la obra quedara
hacer un trabajo “completo y prolijo”, y en especial “a fondo”
para prever males futuros. Y aunque hoy día se ha demostrado que
esa consigna no responde a toda la verdad, a veces lo ignoramos,
quizá sintiendo que traicionamos a nuestros educadores y al
conocimiento que nos brindaron.
Hay incluso oficios
artesanales -muy relacionados al Patrimonio Cultural-, en los que la
tradición está arraigada a través de siglos, y donde será más
lento el proceso de concientización.
Otra
explicación es que a veces las consignas de “cuidado extremo” se
ven demasiado teóricas, porque pertenecen a realidades de
instituciones con recursos y conciencia, que no son las de los países
subdesarrollados; y los técnicos no terminamos de relacionarlas con
el trabajo (a veces desesperado) que estamos haciendo.
Pero
yo creo que en el fondo de cada profesional hay una intención de
hacer las cosas “lo mejor posible”, y gustaría reflexionar
acerca de las razones valederas de la Conservación que han logrado
modificar todas las especialidades de la restauración.
FUNDAMENTOS
Una
obra es una unidad complementaria de recursos
y funciones
múltiples. Mientras que los recursos
están referidos al estudio y la investigación, las funciones
representan las maneras en que el objeto puede ser utilizado o
aprovechado para su exhibición y consulta.
Tomaremos
el ejemplo de un libro, ya que es uno de los “artefactos” de
funciones múltiples más completo, perfecto para simbolizar la
secuencia de pensamiento correcta cuando se plantea una propuesta de
intervención. Con las modificaciones pertinentes a cada caso, esta
práctica puede ser aplicable a todas las otras especialidades.
Entonces,
sin discutir sobre la importancia o prioridad de las funciones
destacables de un libro, describiremos genéricamente el “para qué
sirve” un “artefacto
llamado libro”.
Y ese análisis nos llevará -por sí solo- a las pautas que
fundamentan la Conservación.
MATERIALES Y
COMPOSICIÓN
Normalmente un libro
está constituido por una materia prima llamada papel. Para poder
estudiar documentos u obras de arte plasmados sobre papel, se cuenta
con estas características que deben ser preservadas durante
cualquiera de los tratamientos conservativos o restaurativos
previsibles:
• El
soporte
(el papel
con todas sus características físicas y químicas).
• El
sistema
con
que se imprime o escribe el eventual texto.
• Los
materiales
tintóreos utilizados para texto, decoración o algún tipo de
expresión artística.
• La
estructura
expresiva
empleada; linguística, literaria o artística.
Cada una de éstas
se diversifica a su vez para multiplicarse en una cantidad de
aspectos que involucran distintas especialidades.
FUNCIONES
Una
vez producido el libro, los elementos citados pasan a formar parte de
un mecanismo que los interrelaciona y multiplica, que puede llamarse
función.
• La
informativa: se refiere al contenido, el texto o material impreso
propiamente dicho.
• La
histórica: puede tener una firma, inscripciones, haber pertenecido
a una personasignificativa, implicar una relación con determinada
importancia ideológica, etc.
• La
cultural: puede representar una decoración característica de
cierta época o distintiva de un pueblo, grupo artesanal, etc.
• La
estética: es fundamentalmente relacionada a lo artesanal (la obra
puede ser representante de un sistema de impresión o un estilo de
encuadernación determinado, conmateriales especiales etc.)
• La
mecánica: debe servir para posibilitar la maniobra de la lectura o
la investigación.
En
la mayoría de los casos, la información
es algo que precisa conservarse. Y esto se puede hacer fácilmente
con recursos que van desde una fotocopiadora hasta la fotografía o
la microfilmación. No es “menester” producir retoques y
aclaraciones en el original pues eso se produce en los duplicados.
Pero
es respecto
de la materia
donde generalmente abundan las discusiones para determinar hasta qué
punto vamos a reemplazar o modificar determinada parte componente.
Es allí donde el restaurador podrá hacerse la pregunta clave para
encontrar la solución: qué
se desea restablecer? Previendo
que a lo mejor las exigencias están referidas a sólo una parte del
objeto, y no es necesario intervenir sobre otra área.
Si
se trata de la parte correspondiente a la expresión
artística,
deberán restaurarse las partes afectadas haciendo un esfuerzo por
preservar todo vestigio de material original y evitar los reemplazos
radicales. Es fácil entender que nosotros podemos hacer un trabajo
“mejor”
o “peor”
que el original, pero nunca podremos recrear
“el mismo”.
Y ya que este punto es bastante subjetivo, con la ayuda de un
historiador se podrá encontrar la forma para “sugerir” el
aspecto original
Si
el caso es la documentación
histórico-cultural,
no caben discusiones: deberán preservarse y respetarse todos los
signos posibles.
Y
si es la mecánica,
habrá que restablecer la posibilidad de manipular el objeto, salvo
que se decida quitarlo de circulación. En ese caso podrán
mantenerse separadas algunas partes; para no someterlas a una nueva
intervención (en el caso del libro, esto se refiere a guardar las
tapas en un recipiente apropiado, para consulta de profesionales
especialmente interesados). Pero en caso de requerir nuevamente la
función de su uso, hay que tener en cuenta que muchas veces se puede
reforzar, sin necesidad de cambiar o reformular el sistema. Todo
depende de cuánto se vaya a utilizar al regresarlo a su sitio
habitual.
El
caso de los libros es muy interesante para la ejemplificación, ya
que desde una institución puede desalentarse el manejo
indiscriminado. La idea parte en establecer con
qué motivo
desea consultarlo el usuario. Si es por el contenido,
a la persona le dará igual que le entreguen una fotocopia; y recién
se le permitirá acceso al original al investigador que acredite
interés por las otras “funciones”
del objeto, y solicitándole que use guantes de algodón para el
manejo. De ese modo se le ahorra al ejemplar una enorme cantidad de
manipulaciones innecesarias.
Finalmente, pido a
mis colegas que no dejen de consultar a profesionales de otras
disciplinas. La consulta no denigra sino que enaltece la
responsabilidad profesional de quien la hace; y a través de ella se
da cabida al aporte de otras ideas que pueden mejorar
considerablemente nuestro trabajo.
Cuando
se le solicita al profesional que “escuche” a la obra, para
determinar qué es lo que “realmente” está requiriendo, se le
está pidiendo que no restaure más allá de lo necesario. Pensemos
que nuestros Maestros, puestos en esta realidad, también habrían
abrazado los conceptos de la Conservación.
*
M. Silvio Goren es Restaurador y docente en materia de Restauración
y Conservación.
Site: http://www.silviogoren.com.ar/
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